"El oasis del Medio Oeste" por Damià S. Bonmatí

“A muchos nos costó reconocernos: nos costó recordar el nombre del otro, los estudios y su futura universidad. Nos habíamos conocido un par de meses antes, en Madrid, rodeados de elogios, focos y flashes; y sobre todo, trajeados y engalanados. Nos volvimos a presentar sin corbata ni tacones, con ropa cómoda.

03 October 2014

“A muchos nos costó reconocernos: nos costó recordar el nombre del otro, los estudios y su futura universidad. Nos habíamos conocido un par de meses antes, en Madrid, rodeados de elogios, focos y flashes; y sobre todo, trajeados y engalanados. Nos volvimos a presentar sin corbata ni tacones, con ropa cómoda. Es lo que nos recomendaron para el viaje las madres, a quienes el día de la partida se les permiten más licencias protectoras de lo habitual. Y, de hecho, esos seis días y seis noches en el Medio Oeste estadounidense hicimos un poco lo mismo con nosotros. Nos quitamos las corbatas, y esos currículos impecables, y esas carreras en potencia, y no paramos de preguntar, de escuchar, de mirar, de reír y de hablar.

Hablamos mucho. Incluso la primera noche, en Bloomington, incordiados por el jet lag y tentados por el sueño. Alguna mesa se lanzó –sin preparación física ni mental previa, así directamente, tal cual– a pedirse la hamburguesa de media libra y los entrantes a escala local. La mayoría claudicó antes de terminar y admitió en silencio que la integración requeriría su tiempo. Vivimos juntos algo que suele hacerse en solitario: descubrir una tierra ajena; el aire acondicionado demasiado alto, el café demasiado aguachirle, los cálculos para pagar la propina y las camas que duplican la de casa.

De veras, hablamos mucho. Incluso de si el infinito es una invención de los matemáticos, de si hay libertad para publicar investigaciones sobre las últimas vergüenzas del franquismo o de si una selfie tiene algo de búsqueda de lo estético. Y por qué negarlo: nos hicimos selfies. Todo el mundo quería una foto con un Oscar de John Ford que conservan cautelosamente en Indiana o un retrato de nuestros fotógrafos oficiosos del grupo con el skyline de Chicago de fondo.

Probablemente queríamos congelar el momento, parar en el tiempo ese oasis en el Medio Oeste americano.Porque nos sentíamos afortunados de ser los elegidos entre tanto talento español que espera en casa su oportunidad, y afortunados por continuar los estudios en un país donde hablan de la crisis como algo que pasó en la década anterior.

La última noche –como en tantas últimas noches– bailamos, bebimos, reímos, nos abrazamos mucho y dormimos poco. Ya éramos, sin darnos cuenta, una nueva red de becarios de ”la Caixa” en Norteamérica. Creo que ya no nos acordábamos de cómo íbamos vestidos en Madrid. Ya era lo de menos."

Damià S. Bonmatí (EE UU, 2013) 

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