Cuando los sueños se convierten en metas

Álex Velasco es un joven universitario que nunca dejó de soñar, pero que pronto entendió que el esfuerzo está detrás de muchos sueños cumplidos, o metas, como él los llama, porque hay también sueños utópicos que tal vez nunca se cumplan.
Generoso con las personas que se han cruzado por su vida, dice que el mérito de su interés por la lectura y la escritura es de una familia asturiana con cuya hija compartió un amor de juventud. Pero su trayectoria literaria, extensa a pesar de su corta edad, destapa una pasión genuina por la literatura.
Su periplo vital ha discurrido entre diferentes puntos de España, desde su Tarragona natal hasta Murcia, donde este año ha empezado un doble grado en Derecho y Administración de Empresas. La meta ahora es formarse para lograr una independencia económica total, que para él significa también un pasaporte a la “libertad y tener más tiempo para actividades que no estén sometidas al trabajo”.
Y aquí toma de nuevo forma la literatura, a través de la que a menudo reflexiona sobre su vida. Hace ya unos años encapsulaba en micropoesía algunas de sus experiencias familiares, que no siempre fueron fáciles. Y tiene todavía mucho que contar: “en un futuro sí que me gustaría escribir todos los recuerdos que tengo sobre mi infancia y hacer de ellos una reflexión psicológica desde varias perspectivas”.
Sus lecturas han sido siempre muy variadas, seguramente porque también lo son sus intereses. Entre las últimas, habla de la colección de Yuval Noah Harari: Sapiens, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI.
En cambio, la frontera entre la escritura y la lectura, entre crear y disfrutar de la obra de otro, es muy personal. “Considero la lectura como una base fundamental para comprender el mundo que nos rodea y para aprender sobre cualquier ámbito. En cambio, la escritura sí que muestra un poco más el sentimiento de cada uno. Siempre hay algún mensaje detrás de cada escrito”, explica.
Ahora sus días transcurren leyendo sobre economía, psicología, emprendimiento e inversión, porque el foco son sus estudios, con los que gracias a la beca de grado universitario de la Fundación ”la Caixa” empieza ya a marcarse nuevas metas. “El nivel de exigencia ha aumentado y es complejo gestionar bien el tiempo. Pero con paciencia y disciplina se puede sacar sin problemas, o eso es lo que espero”, comenta sobre sus primeras semanas en la Universidad de Murcia.
En un futuro no muy lejano, Álex quiere vivir en el extranjero para cursar un máster o incluso trabajar allí. Cree que en España no siempre “se termina de potenciar a aquellas personas que tratan de prosperar y llegar más allá de los mínimos exigidos”.
El ejercicio físico, el yoga y la meditación fueron sus aliados durante los años de instituto. “Mi vía de escape”, dice. Acabó el bachillerato con una nota brillante, una media de 9,84. Sus metas ahora son mucho más ambiciosas, pero también se siente más preparado, y en la universidad ha creado nuevos vínculos. “He conocido a muchas personas con las que comparto gustos e intereses”, explica. Por eso lanza un mensaje claro a todos los jóvenes que, como él, soñaron con ir a la universidad: “Más vale intentarlo que quedarse con las ganas”.



